viernes, 2 de octubre de 2015

Conferencia de Juan Arana Cobos

Profunda reflexión sobre el impacto de la obra de Unamuno y Oteiza en la actual cultura vasca a cargo del filósofo y profesor ayer en Bilbao

"Unamuno fue el filósofo más influyente y probablemente el único que conoció Oteiza", dice Cobos

La conferencia del profesor vasco trató diversos temas relacionados con estos “titanes” de la cultura, desde su pensamiento filosófico y su trascendencia en la cultura hasta su directa relación con el pensamiento actual. Destacó además la importancia de “ser valientes” y “jugarse la vida” en política para mejorar la situación que se vive e invitó a los asistentes a “acercarse a los autores”.

A lo largo de poco más de una hora, el filósofo y profesor en la universidad de Liverpool, Juan 
Arana Cobos, habló sobre Oteiza, Unamuno y los vascos en una charla titulada “Unamuno y Oteiza contra el ángel: claves para la estrategia estético-política”. Realizada en la biblioteca de Bidebarrieta, ante un repleto salón de actos que Cobos agradeció y consideró un “premio por las horas de trabajo”, expuso cómo Oteiza, “mito en la historia del arte universal” se vio influido por la obra y pensamiento de Unamuno, “su único filósofo” y la forma en que sus obras han marcado notablemente el pensamiento de los vascos y las vascas.

Tras elogiar la presentación de José Antonio Ereño, profesor de la Universidad de Deusto, la conferencia, celebrada con motivo del 151 aniversario del nacimiento de Miguel de Unamuno, arrancó explicando la relación entre los dos míticos vascos, quienes “no se conocieron en persona que sepamos”, aunque Unamuno fue “el filósofo más influyente, y probablemente el único”, que llegó a Jorge Oteiza.

Destacó la labor de los dos autores en el “establecimiento de un Bilbao como el que tenemos hoy” y aclaró: “Básicamente lo que Oteiza hizo fue colocar la cultura como fundamento de la regeneración de todos los aspectos de una sociedad”. Promovió la construcción de un centro de arte contemporáneo y “si no fuera por él, probablemente hoy no existiría un Guggenheim”.

Centrándose ya en el pensamiento filosófico de los autores, Cobos explicó la necesidad de superar el sentimiento trágico de la vida, fruto de la pérdida de fe. En un estado de duda constante fue donde Unamuno experimentó con la filosofía y la literatura que “a él probablemente traumatizó, pero del que nosotros podemos recoger enseñanzas fabulosas de circunstancias muy acuciantes hoy en día”.

En la relación de Unamuno con la muerte, Cobos no pudo utilizar un mejor ejemplo: “La solución de Unamuno fue reencarnarse en su familia y en sus libros, donde seguiría viviendo. En su poema “En el destierro” dice que si el lector tiembla cuando lee esos versos no es él que tiembla, sino Unamuno el que tiembla a través de su alma en el texto”.

“Hay que jugarse la vida políticamente”

Hilando la delimitación del espacio desarrollada por Oteiza con el establecimiento de unos marcos de actuación políticos válidos, trató de explicar el problema de la identidad nacional y la violencia que “hemos sufrido durante tantas décadas”. Señaló los hitos que han marcado la historia vasca, y destacó la última Guerra Civil española y el proceso de transición, donde los ganadores establecieron qué era válido y qué no en la política. Señaló la similitud entre los niños vascos que sufrieron los bombardeos del bando aliado y la actual situación en Siria, y la relación que probablemente tuvo con el surgimiento, generaciones después, de la banda armada ETA.

En los últimos minutos trató de explicar el utilitarismo de Miller, muy extendido en el mundo anglosajón, y que justificó las masacres de Hiroshima y Nagasaki, para presentar la perspectiva de Unamuno, según la cual “cada ser humano cuenta por la totalidad y no se puede sacrificar a nadie por el bien común”. Animó a los presentes a ser “valientes” y a “jugarse la vida”, matizó, “políticamente” y no caer en el error de tomar esas palabras de forma literal. 



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